Monday, January 25, 2016

Leyendo poesía en voz alta: poesía en México


Xánath Caraza

 


Leyendo poesía en voz alta, a workshop organized by El Ágora de la Ciudad was held in Xalapa, Veracruz, México on January 12 and 13.  Today I share with La Bloga readers part of this experience and some examples of the poems and short stories that participants wrote during el taller. Viva la poesía!

Nadie es ajeno a la violencia que existe en México.  Directa o indirectamente muchos hemos sido afectados por ésta.  Esta trágica situación no le resta a la belleza de la gente mexicana y su gran espíritu de lucha, sobrevivencia y creatividad.  Grandes eventos suceden en esa tierra mítica y contemporánea, llena de contrastes y que muchos llevamos grabada en el corazón.

Tuve la fortuna de estar en la ciudad de Xalapa, Veracruz recientemente y de compartir un poco de lo que hago con jóvenes y grandes en El Ágora de la Ciudad con el taller Leyendo poesía en voz alta.  El Ágora de la Ciudad es como un pulmón de cultura y un lugar seguro para muchos xalapeños.  Constantemente se ofrecen talleres de lectura, arte, teatro y música casi siempre gratuitos, para niños, jóvenes y grandes. 

Ciclos de cine, muestras de teatro, conciertos de música y una serie literaria, Palabra de autor, en la cual he tenido la fortuna de participar un par de veces, recientemente para la presentación de Ocelocíhuatl, son también parte de las múltiples actividades que se organizan en El Ágora.  Esto es el resultado de todo un equipo de trabajo, coordinado por el Maestro V. H. Vásquez-Rentería, a quien felicito por su gran compromiso con el arte, la música, la literatura y sobre todo por hacerlo accesible a todos los que se acercan a esta isla de cultura.


Xánath Caraza, Claudia Domínguez, V. H. Vásquez-Rentería

 
Leyendo poesía en voz alta: el taller

La idea era compartir cómo leer poesía a quienes quisieran acercarse los días 12 y 13 de enero.  Grata sorpresa me llevé al llegar el primer día y ver casa llena, dieciséis participantes para el taller.  Mi corazón se llenó de emoción y comenzamos nuestro número.  Compartí primero mi background, que a pesar de ser originalmente de Xalapa, tengo ya casi veinticinco años fuera del terruño.  Luego, por supuesto, escuché con atención de dónde venía cada uno de los participantes y su experiencia.  Tuve desde doctores en literatura, sociólogas, traductoras, antropólogos, estudiantes de literatura, maestras de escuela primaria, soneros, teatreros hasta poetas de la tercera edad.  Un grupo diverso en edad, género y disciplinas pero todos con un interés genuino que mostraron durante las intensas seis horas de taller. 

Compartí con ellos videos de poetas que han causado una gran impresión en mí, como Louis Reyes Rivera.  Les mostré los ritmos que he creado en mi poesía y por supuesto me vieron en acción.  El turno llegó para ellos, primero con una selección de mis poemas que estudiamos e hicieron, primero, una lectura dramatizada, luego un performance.  Para finalizar el primer día, también escribieron, algunos, poesía, otros, prosa poética y, otros más, cuento.  Cerramos con un primer borrador y para el segundo día, ya estaban listas las versiones finales de sus textos.   

Con versiones finales de sus poemas o cuentos comenzamos el segundo día.  Leyeron en parejas, explicaron sus ideas y nos lazamos al rodeo.  Cada uno de los participantes en un círculo compacto, lleno de tensión dramática, donde las emociones fluían entre cada uno de ellos, comenzó su performance.  El corazón no me dejaba de latir por lo que estaba experimentando.  Cuál fue mi sorpresa cuando el primer participante tomó su silla, le dio la vuelta y de espalda a nosotros comenzó su performance, fuerte, doloroso, en momentos, y lleno de tensión.  Luego otro y otra y cada uno de ellos puso el corazón en el escenario sorprendiéndonos gratamente.  Acabamos con un gran aplauso y energía hirviendo en la atmósfera.

Una bella sorpresa que me llevé fue cuando una de las participantes, Silvia Santos, hizo una interpretación espontanea de uno de mis poemas, “Ante el río / Before the River”  incluido en mi libro Conjuro.  Silvia Santos es una artista con toda la extensión de la palabra, formada en teatro y ahora dedicada en cuerpo y alma al son jarocho.  Me he atrevido a pedirle que grabara su interpretación de mi poema para el deleite de todos.  Ojalá lo disfruten tanto como yo.  Pueden hacer click aquí para ver a Silvia Santos interpretar su versión de “Ante el río”, grabada por su hija, Sofía López Santos.



Silvia Santos
 
Silvia Santos estudia en Xalapa, Veracruz, la carrera de Licenciado en Teatro de la Universidad Veracruzana.  Durante  varios años se dedica a la promoción y difusión de Son Jarocho con el grupo Híkuri.  Silvia ha desarrollado una técnica de voz para cantar son jarocho. Ha participado en giras por los Estados Unidos a través de la Universidad de Santa Barbara (UCSB).  Escribe  canciones, en las cuales está presente el sentido poético, partiendo de la idea de la poesía que cuenta, que está hecha  para ser hablada y cantada. Está preparando 2 CD de música, uno titulado “Acompañando el nacimiento”, el  segundo, “Canciones para sanar”.

 

Los textos: poemas, prosa poética y cuentos

A continuación comparto algunos de los poemas, prosas poéticas y cuentos que fueron escritos durante el taller, Leyendo poesía en voz alta.  Con mucha emoción reitero que aquí en los Estados Unidos, en México, en El Salvador o en cualquier parte del mundo, los jóvenes están llenos de las mismas interrogantes, claro que con sus propios matices.  Sin embargo todo queremos saber cómo escribir un poema, todos queremos saber cómo hacerlo más llamativo, cómo acabar un cuento o cómo hablar de la injusticia que nos rodea en un texto.  A veces tenemos la fortuna de toparnos con un libro que nos muestra cómo hacerlo, otras veces son los espacios que se crean en un centro cultural como El Ágora, los que nos dejan una impresión que nos puede durar toda la vida.  Gracias a todos los participantes del taller, Leyendo poesía en voz alta, y en especial a quienes mandaron sus textos para compartirlos con los lectores de La Bloga.




PIEL DE TIGRE
Por José Luis García Guzmán

Piedra gris, sol y sombra,
árboles, claridad y sombra,
piel de tigre aplanada
en la roca oscura que pisamos.

La calle quieta, caminamos.
La brisa calmada y temblamos.
Las hojas cayendo
en la roca oscura por el sol seca.

Piel blanca, piel de tigre,
naranja y labios rojos,
amarillo intenso los ojos
y la piel suave, de Kitnia salvaje.

Vida antigua que ignoramos,
pisadas silenciosas crujen las hojas,
pocos autos que pasan veloces
sin borrar las palabras en el aire.

Del día, de las horas anteriores.
De familia y césped cortado.
Del clima, de nuestros fracasados amores.
De recuerdos y del porvenir.

La compañía de Illiatzin
que no me consuela el abandono
de una piel por meses más oscura,
oscura la piedra que al pasar se oculta.

La soledad que traspasa nuestra mente
la traduce en monosílabos,
en una que otra caricia
y en otro que un abrazo.

Doblamos la primer esquina,
cruzamos la avenida corriendo
esquivando trotando a lo salvaje,
verde nos detiene ante el final que no anhelamos.

Rojo círculo y volvemos a cruzar
piedra gris que no es piel de tigre.
En la segunda esquina nos despedimos
y apenas un adiós de piel suave.

 
Santos inocentes
Por Silvia Santos

Es una falacia
hacer -por normalidad-
lo que todos hacen al mismo tiempo.
Es una falacia 
posar para la foto
compartiendo la alegría,
brindando la caridad.
Es una falacia
la tranquilidad 
con tanta leyenda urbana.
Es realmente una falacia
creer que tu protección
la asegura
una puerta con llave, 
la alarma del automóvil, 
la reja, ja ja ja.
T o d o  
s e  m u e v e
d u r a n t e   
t o d o  
el   t i e m p o.
También, sin que lo sintamos,
vamos muriendo lentamente; 
sin que lo sepamos, 
las neuronas se van, 
las ideas se recalcitran
o se mueren en nosotros.
Es una falacia
lo seguro.
Es una falacia
la  c i v i l i z a c i ó n.                                  
 
Laberinto

Por María Fernanda Morales Torres

Las Nubes tenían la misión común de clasificar a los humanos, desde arriba los analizaban e interpretaban sus movimientos. Cierta mañana de verano, nube comentó bastante desconcertada a nube, lo que durante su tarea había observado:

Hay quien camina sin rumbo por las calles grises, como si tuvieran los ojos vendados de tristeza, sólo pensando en el futuro incierto y suspirando,  por el pasado borroso después tantas lágrimas. –Cierto, yo también he visto esa mirada, contestó nube.

También encontré muchos seres escuálidos, daban la impresión que la felicidad nos les parece posible, preferían la comodidad dentro de las cuatro paredes; no se notaban tristes pero sus ojos ya ni brillaban al ver el sol de cada mañana -¡Qué extraño!, respondió nube – Cada vez que yo siento el calor del sol en mi cuerpecito, me dan unas tremendas ganas de bailar.

Ambas compañeras dieran un suspiro largo, después dieron un vistazo afuera del laberinto gris y pudieron observar un pequeño ser, corriendo como si su alma se hubiera salido por su boca e hiciera un desesperado esfuerzo de alcanzarla, al ver lo ocurrido, se dijeron al mismo tiempo: ¡Nube, nube, mira! Aquel ser tuvo el valor de salir de las cuatro paredes y correr a través del laberinto gris. Nube, un tanto extrañada, le preguntó ilusamente a su compañera:

-Dime nube, ¿Qué hay allá fuera que los demás humanos no quieren salir?, a lo que su compañera respondió – No lo sé nube, tal vez están sus sueños olvidados.

 



La prisa de nombrarte
Por Pablo Ernesto Rodríguez Rodríguez

Quiero congelarme en tus ojos,
Oler tu silueta,
Embriagarme de tus pasos
Y callar en tu aliento.

Quiero buscar; buscarte
En los hilos de mi voz,
En tus palabras,
Y que estas últimas,
Temblorosas y trémulas,
Desplomarlas hasta sentir
Un latido.

Quiero navegar en tu cuerpo,
Desdoblar cada rincón de tus ojos
                           -el infinito crece;
Quiero asfixiarme con el olor
De tu tierra fecundada;
Hundirme en ti;
Ser el sonido de tu silueta
Que crea reflejos;
Y sin que tú lo sepas,
Me gusta observarte en la gente…

Y de vez en cuando quisiera detenerme,
Solo para escuchar el sonsonete
De tu sensualidad;
Abrir mis poros, respirarte;
Tocar el volumen
        -áspero, cohibido
Que me hace perderme
Y redactar.

¿Acaso habitas en todas las gotas?
Tus puentes finos entre cielo y tierra;
¿Acaso  mis ojos observan al mundo a través
De los tuyos?
Tus colores repentinos;
¿Acaso mi saliva tiene el sabor de lo que tu
Ya probaste?
Tu fruto, lo caliente.

Sin embargo, cuando respiro
Lo hago por partes; nuestro aire
Está dividido;
¿Por qué no rompemos esa línea divisora?
Déjame llenarte de versos,
De líneas oblicuas
Para que pueda hacerte una misma
Con lo eterno.

Es tu piel llena de ojos
Clavados a lo inmenso;
Es lo etéreo de pensarte
Lo que en la noche me vuelve loco
Y de escribir no paro;
Ruedo sobre mi mismo
          -me transmuto, no me conformo
Y trato de capturarte en lo que pueda:
La pared, el techo,
La planta, la cama,
El suelo.
De tanto que tengo que hablar
                  -sonidos de una urbe
Guardo silencio.

Me quedo sin sentidos,
¿Será que en el aire te atrape?
Con un deseo que se desborda
                  -en un dedo me cabe el universo
Toco lo transparente
                  -atravieso  barreras
Y escribo todo lo que cabe en mencionarte
¿Por qué, guardo lo inmedible en el
Rastro de una pluma,
A tientas, en un aire nebuloso?

¡No sé quién eres!
¡No sé quién eres!
Y con la prisa de que se me acaba el tiempo
                          -la vida la he dejado atrás al
                           sumergirme en tu vientre
titubeo para guardarte
                         -quiero que te congeles en mis ojos;
y solo puedo decir:
          Poesía.

 
ESTRELLA
Por Magdalena Flores

ESTRELLA AZUL QUE PALPITAS EN NOCHE OSCURA
SUTIL CANDILEJA SUSPENDIDA COMO AL AZAR,
SAL, -NO TE OCULTES-, MUESTRA LA TITILANTE MAGIA
DE TU ABRIGO INVERNAL.

VEN A JUGAR ENTRE LOS PINOS DEL BOSQUE,
CORRE A ACOMPASAR LA DANZA
DE LAS CARACOLAS MARINAS,
DEVELA LA BRUMA DE SU SUTIL SORTILEGIO.
ESTRELLA BLANCA DE LA MAÑANA,
CUSTODIA A TU GEMELA ESTELAR
QUE PARTE RODEADA DE MARIPOSAS
CANTANDO SUAVE MÚSICA AL MAR.

COMO UN CANDIL DE NIEVE IRISDICENTE
EN TU INFINITO PATIO INTERESTELAR
UNE ENTRE TUS BRILLANTES PARTÍCULAS
LA POESÍA QUE ME HACE VIBRAR.
                           Magdalena Flores Marquez
                           Xalapa, Ver., 12 enero de 2016

 
Foto por Jazz Maldonado

 

Luz de luna
Por  Paula Busseniers

 
Hoy, no quiero luz de luna.    

 
Quiero estar a solas
conmigo y mi tristeza
que salga como agua que desborda
la tina y moja el tapete
y el piso frío.

 
Quiero estar con ella
que salte como agua que hierve
en la olla de la sopa,
con borbotones que empujan la tapa,
la hacen titiritar,
la hacen bailar,
que sacan la espuma de las papas
y salpican la estufa.

 
Hoy no quiero luz de luna.     

 
Quiero estar con mi pena como agua del río
que suena en la noche de temporal,
noche negra,
negrísima,
con agua que chapotea en la orilla y despacio,
muy despacito lame la tierra,
come el borde, moje el camino con sangre después del parto,
con agua de sacrificio que viene en silencio y sube y sube,
como quien no quiere,
espanta las gallinas, tumba el ganado,
lame la sala, la estufa,
sube la escalera,
invade la cama…

 
Hoy no quiero luz de luna.     
Hoy quiero ahogarme en mi pena.


En la casa donde lloran

Por David Córdova Morales

Yo he vivido aquí ya varios años, muchos: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, diez… No me pregunten, ya hace tiempo perdí la cuenta, o a lo mejor la cuenta me perdió a mí, quién sabe. Pero en fin, llevo mucho tiempo en esta casa, solo, siempre yo solo. La soledad, por cierto, hace juego con la pintura descascarada y el olor a humedad, el penetrante aroma a humedad que llena el aire de esporas; en realidad me gusta, es nostálgico y tranquilo, por eso me gusta, aunque a veces caff, caffff, cafff, a veces me hace enfermar. El lugar está muy tranquilo, si uno presta atención, incluso puede escucharse como cae el polvo poco a poco sobre las cosas, es un sonido sutil, apenas perceptible, relajante, como la caída de una delgada brisa en la ciudad. Incluso cuando alzo la cara y cierro los ojos, tranquilo, la sensación de las partículas danzando hasta tocar con mi rostro puede sentirse como aquellas finísimas gotas de agua. La casa está tan decadente, olvidada y triste como yo. Si ustedes gustaran pasar, podrían ver las telarañas que adornan como si fueran las carpetitas que tejía mi madre; sobre la mesa el pan viejo con manchas verdes y pelitos, que tienen un aspecto desagradable, pero no sabe tan mal cuando se prueba, eso sí, es muy duro y hay que remojarlo en agua; los cuadros manchados en las paredes, hay varios, les digo, si quisieran pasar podrían verlos, verlos un largo rato, a lo mejor ustedes le encuentran forma, yo cuando los miro veo lo mismo en todos; nada más un par de sombras tomadas de la mano, un par de sombras que apenas se distinguen en el fondo negro. Puede ser que sólo me imagine las figuras, de todos modos las pinturas ya están muy viejas, manchadas de humedad y de tiempo. Podrían ver, además, los muebles de madera con varias capas de polvo, con las cerámicas rotas sobre ellos, e impresionantes cantidades de polilla, creo que un día de estos todos los muebles se vendrán a bajo por quedar huecos. También, también podrían verme a mí, no sólo escuchar mi voz como ahora, me verían y, en vez de imaginarme, sabrían como soy en verdad, seguramente, por mi voz, creen que soy una persona mayor, pero están equivocados, soy relativamente joven, no paso de los treinta, es mi alma, mi alma es la que se ha ido desgastando por tanto llorar, y como a través de la voz y los ojos se percibe el estado del alma, por eso sueno así, tan desgastado, y por eso mismo mis ojos son completamente blancos, pero no se preocupen, a pesar de eso puedo ver, todo lo que les cuento es real, todo. Si entraran me verían aquí tirado sobre una silla ¿Si les llega mi voz a través de la puerta? Bueno, les decía, me verían aquí sentado, sin moverme, igual de apolillado y a punto de caer como los muebles de madera. Últimamente paso sentado mucha parte del día, o del tiempo más bien, porque aquí es tan oscuro siempre, sin nada de luz, que ya ni sé contar los días, a lo mejor el tiempo ya no corre aquí, a lo mejor se le olvidó este lugar, o le da pereza pasar por aquí, porque sabe que de cualquier modo nada cambiará. Paso mucho tiempo sentado, y desde aquí puedo verlo a veces. Les decía que estoy solo, y es verdad, pero por aquí se pasea otra sombra igual de abandonada que yo. Corriendo corriendo entra a la habitación donde dormíamos, a la cocina, y a otros cuartos. Corriendo, corriendo siempre. En ocasiones intento alcanzarlo, pero cuando llego ya no hay nada, desaparece por más rápido que corra tras de él. Algunas veces incluso se ha sentado a la mesa, sí, tal cual les digo, veo la sombra sentada a la mesa, como dispuesto a comer, entonces me acerco despacito, muy despacito para que no me vea y salga volando como un pajarillo cuando te acercas, la sombra se queda muy quieta ¡pero es inútil! cuando por fin me siento para comer con él, ya ha desaparecido. Siempre se va ¡Siempre! Siempre se va. Nunca, nunca ¡Nunca! puedo alcanzarlo. Por eso estoy aquí solo. Nada más recordando, y hasta eso, a medias, ya no puedo ver ni su cara, ni escuchar como hablaba ¡Nada! Únicamente me acuerdo que era él y que lo quería, porque ya ni lo quiero ¿Cómo voy a quererlo si ni lo veo, ni me habla, ni sé como era? ¿Cómo voy a quererlo después de tanto tiempo? No, no puedo quererlo, pero tampoco me puedo ir de aquí, porque también el me recuerda, igual que yo, a medias, casi nada, se acuerda que era yo, nada más. No puedo irme, porque también él me anda buscando aquí adentro, corriendo y gritando. Si entran, de seguro lo escucharían llorar escondido en algún rincón de la casa, a lo mejor hasta lo pueden ver y les cuenta lo mismo que yo, nada más no se vayan a confundir, porque de seguro yo me veo igualito a él: sin forma, todo negro y huesudo, una silueta de ojos blancos. Y como yo también me pongo a llorar en los rincones… Pueden entrar, si quieren, y escucharnos llorar, gritar, arrastrarnos en el suelo y vernos corriendo o sentados por ahí. Pueden entrar, pero tengan cuidado con las arañas y las ratas. Si pasan, nada más les pido un favor, rompan todo: fotos, cuadros, álbumes, todo, por favor. Rompan lo que se encuentren, o quemen la casa, a lo mejor cuando ya no quede nada conseguimos olvidarnos. A lo mejor así podemos irnos por fin.

Bueno, yo los dejo, voy a ir a caminar por la casa, puede ser que hoy me lo encuentre. Ah, y si un día empiezan a vernos u oírnos en su casa, si escuchan pasos en la noche, o voces, o llantos, o ven sombras corriendo, tengan cuidado, porque puede pasarles lo mismo que a nosotros, puede que pronto se les acabe el amor, y si se quedan en ese lugar podrían terminar así: penando, llorando, con el alma vacía.   

 

Caer la lluvia como los alfileres

Por Daniel Jiménez

El primer paso en mis ojos sin una sola lámpara, miramos todo como en una vitrina, siempre detrás de nuestro reflejo ¿todavía incendiarían el aire los olores de esos alcoholes ahí olvidados? Fogata abandonada, fallido intento de mimetizarse con las transparencias, esto es la mudez, ceniza que tilda palabras hechas de ruinas, esta asfixia es uno de nuestros renglones, tan firme ahora, todos sus ayeres son golpes que la derrumban, nos habita el estruendo de sus ventanas reventándose, somos el paisaje desenfocado que devuelven unos pedazos de vidrio, al levantarlos y apretarlos se ramifica ardiendo la sangre, viene siguiendo unos latidos que hablan a solas, su monólogo es el palpitar de un sol bajo mi piel, lo circundan planetas demasiado lejanos como para que unas letras que giran tan lento los alcancen, flechas extraviadas persiguiendo al polvo, caminamos en la misma dirección que esos monumentos aún no sepultados por la arena. Amargura salada de boca que se abre para quedarse callada, no piensan en nada los aires que jadeas, la voz y las palabras llegan por caminos tan distintos, perdidos entre marañas de espejos, yo, un punto cada vez más diminuto en los retrovisores, carreteras en blanco como líneas de una novela recorrida por los dedos de un ciego, así está escrito el silencio en braille ¿no es la textura del papel la misma que la de un resplandor extranjero? Observa, todos estos mundos hacia los que avanzamos sólo son siluetas dibujadas en una ventana empañada, la vida, ese péndulo, es la mano que las borra.

 

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